Opinion

Yolanda Urbano y el periodismo que se queda cuando todos se van

Francisco Tavárez

Veinticinco historias contadas desde el dolor, la dignidad y la esperanza confirman que el periodismo, cuando se ejerce con vocación social y respaldo editorial, puede transformar realidades y salvar vidas.

Hay periodistas que informan y hay periodistas que permanecen. Que regresan. Que no abandonan la historia cuando se apagan las luces ni cuando la cámara deja de grabar. En Contado por Ellos, Yolanda Urbano ha decidido ejercer un periodismo que se queda, que escucha hasta el final y que convierte la palabra en una responsabilidad pública. El especial 2025, que reúne 25 historias humanas narradas por sus propios protagonistas, es una prueba contundente de ello.

No son reportajes para el impacto momentáneo. Son historias contadas desde el contacto directo, desde la mirada que no esquiva la pobreza extrema ni el abandono. Niños con condiciones especiales, madres solas, adultos mayores olvidados, familias sin techo ni alimentos. Comunidades enteras que rara vez aparecen en los titulares y que, sin embargo, existen todos los días. Allí llegó Yolanda Urbano, con el equipo técnico de El Demócrata, para poner rostro y nombre a una realidad que muchos prefieren ignorar.

Cada viernes, este segmento se convirtió en un puente. Un espacio donde la denuncia no se quedó en la queja ni en la exposición del drama, sino que abrió la puerta a la acción. Este trabajo se inscribe en lo que hoy se reconoce como periodismo de soluciones o periodismo con impacto social: una forma de ejercer el oficio que investiga el problema, pero también documenta respuestas, explica procesos y muestra resultados sin perder el rigor ni la mirada crítica.

Los datos hablan por sí solos. Cerca del 68 por ciento de los casos presentados durante el año obtuvo una respuesta concreta. No promesas. No discursos. Respuestas reales. Viviendas, camas, alimentos, medicamentos, sillas de ruedas, intervenciones quirúrgicas. Instituciones públicas y ciudadanos solidarios reaccionaron una vez cada historia fue publicada, confirmando que una narrativa responsable puede movilizar conciencias y voluntades.

Como director de El Demócrata, fui testigo directo de ese impacto. Tras cada entrega, llegaban las llamadas, los mensajes, las gestiones. Autoridades que decidieron actuar. Funcionarios que entendieron que no podían mirar hacia otro lado. Y todo comenzó con una periodista que asumió el riesgo de contar bien una historia y un medio que decidió respaldarla, darle espacio y continuidad.

Nada de esto debería ser necesario en un país donde los derechos sociales estén garantizados. Y por eso El Demócrata no renuncia a su rol esencial de fiscalizar el poder, denunciar la corrupción y exigir rendición de cuentas. Pero este especial nos recuerda algo fundamental: el periodismo no solo vigila. También conecta. También convoca. También repara.

El trabajo de Yolanda Urbano confirma que el periodismo, cuando se ejerce con sensibilidad, ética y responsabilidad, no es un ejercicio de vanidad ni de protagonismo. Es un acto de servicio público. Contado por Ellos no cierra un año. Deja una huella. Y demuestra que una historia bien contada, a tiempo, puede marcar la diferencia entre el abandono y la esperanza.