jueves, noviembre 13, 2025
Opinion

¿Los neoyorquinos hacia el socialismo?

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EL AUTOR es economista y docente universitario. Reside en Santo Domingo

La victoria de la zurdocracia en la Alcaldía de Nueva York, no necesariamente indica un “giro” hacia el socialismo. El triunfo de Zohrn Mamdani se debió a causales muy poderosas y vigentes, desvinculadas a un esquema socialistoide.

Mamdani no ganó porque Nueva York se enamorara repentinamente del socialismo. Ganó porque supo captar algo que todo político debería escuchar ahora mismo: ¡La profunda frustración de que el sistema ya no parece justo!

Y aquí viene lo sorprendente: esa frustración no se limita a las familias con dificultades económicas ni a los votantes de bajos ingresos. Se está extendiendo entre personas que están bien económicamente: profesionales educados, ambiciosos y con proyección de futuro que se suponía que estaban viviendo el sueño americano, pero que no pueden sacudirse la sensación de estar quedándose atrás.

La victoria de Zohran Mamdani en la Alcaldía de Nueva York no representa un giro ideológico hacia el socialismo, sino una respuesta emocional y estructural a una ciudad que dejó de recompensar el esfuerzo.

Con el 50.6 % de los votos (913,885 sufragios), Mamdani venció al independiente Andrew Cuomo (41.2 %) y al republicano Curtis Sliwa (7.4 %). Pero no ganó por ideología. Ganó por empatía.

Zohran Mamdani

1-La nueva rebelión de los acomodados y la vida placentera

Existe una creciente clase de neoyorquinos que no encajan en nuestras categorías políticas habituales. No son ni los trabajadores pobres ni la élite adinerada. Están en un punto intermedio.

Han hecho todo bien: la educación, las largas jornadas, el esfuerzo constante; y aun así se sienten estancados.

Los alquileres suben más rápido que los salarios. Los impuestos se comen sus sueldos. Comprar una casa parece imposible.

No están arruinados. Simplemente están agotados.

Existe una creciente clase de neoyorquinos que no encajan en nuestras categorías políticas habituales. No son ni los trabajadores pobres ni la élite adinerada. Están en un punto intermedio.

Han hecho todo bien: la educación, las largas jornadas, el esfuerzo constante; y aun así se sienten estancados. Veamos:

  • Los alquileres en Manhattan superan los $5,000 mensuales.
  • El precio promedio de una vivienda en Brooklyn ronda el millón de dólares.
  • El salario medio en la ciudad apenas roza los $70,000 anuales.
  • Los impuestos se comen sus sueldos. Comprar una casa parece imposible.

No están arruinados. Simplemente están agotados.

Han dejado de creer que el trabajo duro conduce automáticamente a la estabilidad, y mucho menos al éxito. No quieren limosnas. Quieren honestidad. No confían en el sistema, pero siguen intentando que funcione.

¡Mamdani los vio antes que nadie! No hablaba como un político de carrera; sonaba como alguien que realmente comprendía su frustración.

2-Contra lo que realmente se rebelaron esos votantes de Mamdani

Nueva York solía moverse por la ambición. Era la ciudad del esfuerzo constante, donde, si lo dabas todo, podías ascender. Pero esa promesa ahora parece rota.

Incluso quienes tienen buenos trabajos sienten que corren más rápido solo para mantenerse en el mismo lugar.

Su éxito no se siente seguro. Su esfuerzo no se siente recompensado. No es culpa, es agotamiento.

Es duelo por una ciudad que antes recompensaba el trabajo con la movilidad ascendente y que ahora parece recompensar la suerte, las influencias o los contactos.

Mamdani le dio un nombre a esa frustración: No ofreció una revolución, ofreció reconocimiento. Y, en una ciudad tan cansada, eso fue suficiente.

3-El paralelismo con Trump que los conservadores deberían tener en cuenta

Esa sensación de esperanza fue la misma emoción que impulsó el ascenso de Donald Trump.

Trump dio voz a los estadounidenses de clase trabajadora que se sentían olvidados por las élites.

Mamdani dio voz a los neoyorquinos “acomodados” que se sentían abandonados por la falta de oportunidades

A la postre: Barrios distintos, con la misma consigna y el mismo sentimiento.

NOTA 1.: Ambos entendieron el mensaje más poderoso de la política: El sistema está amañado, y yo soy quien lo va a desmantelar.

 4-Simplemente ofrecieron respuestas diferentes.

Trump prometió acabar con lo que él consideraba corrupción y complacencia. Mamdani prometió reconstruir la justicia desde sus cimientos.

Sin embargo, la emoción subyacente —la Demagogia— era idéntica. De hi que los republicanos deberían prestar atención y no descartar la victoria de Mamdani como una casualidad de la extrema izquierda. Deberían estudiarla. ¡No ganó por ideología. Ganó por empatía!

Logró que los votantes frustrados —incluidos algunos con ingresos de seis cifras— se sintieran escuchados.

RESUMIENDO:

La victoria de Mamdani no prueba que Nueva York se haya vuelto socialista.

Prueba que los votantes de todos los niveles de ingresos están cansados ​​de sentirse invisibles e ignorados.

Mamdani no ganó porque Nueva York se enamorara repentinamente del socialismo. Ganó porque supo captar algo que todo político debería escuchar ahora mismo: la profunda frustración de que el sistema ya no parece justo. Este acontecimiento histórico debería ser motivo de escrutinio por nuestra fauna política criolla, debido a que podría surgir, antes sus narices y falta de olfato, un Mandamni “aplatanado”.

jpm-am

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