Muchas personas no rotan como la tierra, ni cambian de color como el sol. Siguen pensando que estamos en la década de la post guerra.
En los años 50, 60 y 70, durante la guerra fría, los comunistas discutían sobre las líneas que asumían Rusia y China sobre su interpretación del marxismo. El revisionismo de la URSS chocaba con la ideológica dogmática de Mao en China.
Por eso se formaron varios partidos de izquierda en el país, unos pro-Rusia y otros pro-China, que eran enemigos a muerte.
Rusia no permitía que ningún país que formaba la URSS intentara independizarse del yugo comunista y por ello invadió a Hungría y amenazó con hacerlo en Polonia.
Con el imperialismo yanqui pasaba lo mismo. Estados Unidos mantenía su hegemonía sobre los territorios que consideraba suyos. Invadió Vietnam, Camboya, laos, Irak, Republica Dominicana, Cuba (Bahía de Cochino), Granada, Guatemala, El Líbano, Afganistán y Panamá. Además, a través de la CIA, financió varios golpes de estados a gobiernos que consideraba de izquierda, como en Chile, Angola e Irán, entre otros.
¿Pero qué ha pasado en las últimas 3 décadas?
La URSS desapareció y con ella el marxismo-leninismo y Rusia está ahora gobernada por el totalitarismo. Los sueños de Putin son “Make The URSS Great Again” y comienza invadiendo a Ucrania.

China es más capitalista que Estados Unidos, pero está gobernada por el llamado Partido Comunista Chino, que no es otra cosa que un gobierno totalitario que restringe las libertadas políticas.
La China de hoy está llena de empresas transnacionales, de McDonald y Burger King, de Pizza Hot y Popeye y la juventud no piensa en Marx, Lenin o Mao, solo en cómo superarse profesional y económicamente en un mercado abierto de 1,400 millones de habitantes, donde se abren inmensas oportunidades.
El imperialismo yanqui es otra quimera. Excepto los soldados estadounidense y sus bases militares en Europa, que son parte de la OTAN, su accionar en otras regiones del mundo se ha reducido al mínimo y evaden por todos los medios invadir a países con gobiernos totalitaristas, que se hacen llamar de izquierda o comunistas, como Cuba, Nicaragua o Venezuela. Solo usan sus aviones para bombardear países que son una amenaza para Israel.
El imperialismo yanqui ahora se llama “Make American Great Again” pero no invadiendo a nadie, sino imponiendo aranceles unilaterales y con políticas proteccionistas que violentan las raíces del “dejar hacer dejar pasar” que impulsó el capitalismo a mediados del siglo XVIII o del neoliberalismo que pregonaba Milton Freeman en la década de los 70.
Estados Unidos ha perdido el respeto hasta de sus propios vecinos y de sus aliados tradicionales en el Medio Oriente, Asia, Europa y Latinoamericana. Sus vaivenes en materia de política exterior han creado una gran incertidumbre mundial
La palabra comunista vuelve a la palestra y no precisamente en Rusia o China, sino por el radicalismo de derecha que gobierna a Estados Unidos, donde el presidente Trump llama a los demócratas y liberales, izquierdista o comunistas y a los inmigrantes los tacha de terroristas.
Otro disparate mayúsculo, típico de la “Época Roja” impulsada por el Senador Joseph McCarthy en los 50 y 60, que llegó a sospechar del izquierdismo de Albert Einstein o de Charlie Chaplin.
Hoy, todo se reduce a una retórica geopolítica de mierda donde el estiércol se tragó las estrellita del capitalismo y la hoz y el martillo del comunismo.
jpm-am.
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