martes, octubre 14, 2025
Opinion

Feminismo auténtico: la igualdad según Cristo

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La Autora es escritora e ingeniero. Reside en Santo Domingo

POR E. MARGARITA EVE

¿Puede el feminismo ser auténtico?
La voz de Jesucristo sigue siendo relevante en la discusión sobre los derechos de la mujer. Él afirmó: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo?” (Mateo 19:3-4). Desde la creación, hombre y mujer son iguales en dignidad y complementarios en vocación.

Jesús enseñó que la mujer tiene un valor intrínseco y merece respeto pleno. Su mensaje devolvía reconocimiento y libertad a quienes eran relegadas, sentando las bases de una igualdad auténtica que trasciende el tiempo y la cultura. Con su trato cercano y palabras firmes, rompió los moldes sociales que reducían a la mujer y le devolvió su verdadera dignidad.

Existen distintos feminismos y no todos conducen a la verdadera igualdad. El feminismo hegemónico busca que la mujer sea “como el hombre”, sin reconocer que él también es imperfecto. El feminismo liberal impulsa derechos civiles y políticos, logrando avances visibles, pero a veces sin tocar la raíz espiritual. El feminismo cristiano afirma que la mujer tiene un valor propio y complementario al hombre, siguiendo los principios de Cristo.

Medir a la mujer por estándares masculinos puede ser engañoso. Terminar “endiosando” al varón no libera, solo reproduce modelos de poder que olvidan la dignidad femenina. La verdadera igualdad se logra reconociendo la vocación única de cada persona.

El feminismo liberal abrió caminos esenciales: educación, trabajo y participación política. Sin embargo, la igualdad real exige algo más profundo: transformar la raíz de las relaciones humanas, donde la justicia y el respeto no son opcionales.

El feminismo cristiano transforma de raíz. Reconoce que hombre y mujer son imagen de Dios y merecen respeto y libertad plena. Ser cristiano es ser un “pequeño Cristo”: actuar con justicia, amor y verdad. La igualdad según Jesús no es moda, sino un principio eterno.

Jesús no buscó que la mujer fuera “como el hombre”, sino que viviera su dignidad única. La igualdad no borra la diferencia; la convierte en oportunidad de colaboración y respeto mutuo. Esto evita la competencia y refuerza la libertad femenina.

En el siglo XIX, el feminismo cristiano comenzó a consolidarse en Occidente. Teólogas como Luise Schottroff, en Alemania, interpretaron Mateo 19:3-4 destacando la igualdad y complementariedad entre hombres y mujeres.

Sus ideas impulsaron movimientos sociales que defendían la dignidad femenina, logrando avances que contrastan con sociedades orientales donde la mujer permanecía más limitada.

En España, figuras como María de Echarri trabajaron en la mejora de las condiciones laborales de las mujeres desde principios cristianos. No buscaban que la mujer imitara al hombre, sino que desarrollara su vocación y contribuyera a la sociedad con plena dignidad, fomentando la educación femenina y la participación social.

Recuperar el feminismo cristiano es urgente frente a corrientes hegemónicas y liberales. La igualdad verdadera no se construye imitando, sino viviendo según el plan divino: “varón y hembra los hizo”. Los principios de dignidad y libertad trascienden cualquier ideología humana.

Jesús no endiosó al hombre ni redujo a la mujer; los colocó en el mismo plano como hijos amados de Dios. Retomar esta raíz permite una igualdad auténtica: complementaria, justa y transformadora. La verdadera emancipación femenina pasa por vivir la igualdad según Cristo, construyendo sociedades más humanas y equitativas.

emargaritaeve@gmail.com

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