
Por Francisco Tavárez
En El Demócrata lo advertimos: el presidente Luis Abinader debe destituir —sin medias tintas— a todos los precandidatos que continúan en campaña política mientras ocupan cargos en el Gobierno. No basta con declaraciones enérgicas. Se necesita acción.
La política no puede seguir siendo un negociazo montado desde el Estado, donde recursos públicos, estructuras institucionales y posiciones oficiales se usan como plataformas personales para aspiraciones electorales. Es un abuso que la ciudadanía no debe tolerar.
El mensaje del Presidente fue claro y con nombres propios. Tras el acto multitudinario protagonizado por Wellington Arnaud, Abinader rompió el silencio:
“Soy un presidente tolerante, pero todo tiene un límite.”
Y tiene razón. Pero ahora toca demostrar que ese límite no es solo discursivo. Si hay funcionarios que insisten en hacer campaña disfrazada de gestión, deben dejar sus cargos ya. No se puede dirigir una institución pública mientras se recogen firmas, se montan tarimas o se reparten afiches.
La coherencia del Gobierno se mide en momentos como este. La ética pública no puede depender del cálculo político ni del peso interno de ciertos precandidatos.
Si el Presidente realmente quiere marcar la diferencia, que actúe.
Porque como él mismo dijo:
“El que quiera hacer campaña, que renuncie.”
Y nosotros agregamos:
El que no renuncie, que sea destituido.