Ser presidente de un país es un singular privilegio y una oportunidad especial que pocos mortales logran alcanzar.
Quien ocupa este cargo se convierte en el primero entre sus iguales, y es deber de todos tratarlo con la mayor deferencia y respeto. Al dirigirse a él, se utilizan títulos como «Excelentísimo y Honorable señor Presidente de la República», «Su Excelencia» o simplemente «Señor Presidente».
Un presidente es, sin duda, la persona más ocupada del país. Su agenda diaria está llena de compromisos y responsabilidades que requieren su atención constante.
Desde tempranas horas de la mañana, comienza a recibir informes de los organismos de seguridad y otras instituciones públicas, lo que le permite estar al tanto de cada situación y tomar decisiones informadas.

La vida de un presidente es un torbellino de actividades y responsabilidades.
Cada acción que realiza tiene un protocolo que seguir, y se espera que resuelva problemas complejos de manera inmediata.
Los sectores empresariales, industriales, productivos y sociales esperan soluciones y respuestas de su parte, y deben mantener el equilibrio y la concordia entre ellos.
Además, un presidente debe lidiar con las expectativas de quienes lo apoyaron durante su campaña electoral y con las demandas de su partido político.
Los reclamos y exigencias de sus dirigentes y simpatizantes pueden ser un desafío constante.
Al final del día, después de tantas responsabilidades y presiones, un presidente puede encontrar un momento de descanso.
Sin embargo, es posible que antes de dormir, tenga que escuchar los reclamos de su pareja: «Te dije que…», «No me escuchas…», «Después no digas que no te advertí». Y así sucesivamente.
En fin, ser presidente es un cargo complejo y desafiante que requiere dedicación y sacrificios
Quienes lo ejercen deben estar preparados para enfrentar situaciones difíciles y tomar decisiones importantes en beneficio de todos sus gobernados; de su país.
Con Dios siempre, a sus pies.
jpm-am
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