domingo, junio 22, 2025
Opinion

El dictador que modernizó República Dominicana

Ulises Heureaux (Puerto Plata 1845-Moca 1899), conocido como Lilís y llamado el Pacificador, fue espada juvenil de la Restauración, alcanzando galones y condición de lugarteniente de Gregorio Luperón, su mentor.

Delegado Especial de Luperón en Santo Domingo mientras éste ejerció la presidencia desde su Puerto Plata natal (1879-80). Bajo el gobierno de Fernando Arturo Meriño (1880-82) fungió como secretario de lo Interior y Policía, siendo su hombre fuerte, sucediéndolo en la que fuera primera presidencia constitucional de Heureaux (1882-84). En el gobierno de su amigo Alejandrito Woss y Gil (5/1885-1/1887) actuó como espada estabilizadora ante las amenazas armadas.

En 1887 volvió el general Heureaux a ocupar la jefatura del Estado por 4 períodos consecutivos hasta su asesinato en Moca en 1899, por un grupo de jóvenes lugareños entre los que destacaron Jacobito de Lara, Ramón Cáceres Vásquez y Horacio Vásquez, hecho acaecido en medio de una grave crisis financiera y monetaria que el Presidente trataba de domeñar en su gira por los pueblos del Cibao.

Las reseñas biográficas de Lilís enfatizan el carácter personalista y dictatorial de su régimen, la transversalidad de sus gabinetes al integrar a azules (liberales nacionalistas), rojos (conservadores baecistas) y gente de otras parcialidades, así como la persistencia del gusanillo de la corrupción en los asuntos administrativos, incluyendo el endeudamiento externo e interno irresponsable y el manejo errático de la materia monetaria. Frente a estas imputaciones, suele reconocérsele, en cambio, sagacidad política zorruna, valentía personal e inteligencia superior.

Ulises Heureaux

De origen humilde forjado en la fragua multiétnica de la Novia del Atlántico, este Lilís negro retinto -a quien algunos perfilan «cenizo»-, nació «hijo natural» del vientre de Josefa Lebert (Levert, Level), «mulata oscura» oriunda de Saint Thomas. Fruto, el nombrado Ulises Hilarión, del encaste con el mulato D´Assas Heureaux Dominguez, natural de Cap Haitien. Descendiente a su vez de Pierre Alexandre Heureaux, fallecido en 1868 en Cap Haitien a los 80 años.

El padre de Lilís -a quien reconoció tardíamente- es referido como director de Aduanas en 1842 en Puerto Plata y Oficial del Estado Civil hasta su fallecimiento en 1905. Familias y personas con sentido solidario, como Madeimoselle Rose, auxiliaron la formación del joven, quien desarrolló facilidades en el dominio del francés, inglés y creole, y el aprendizaje de letras y matemáticas.

De «ojos filosos, fuerte, buen mozo», como es descrito por Francis L. Wills en 1892, ajeno a «los vicios ordinarios de fumar y beber», podría pensarse que a Ulises Heureaux le guió una brújula certera que le abrió caminos en una sociedad hegemonizada por «blancos de la tierra» y mulatos.

Ferrocarril

En las calificaciones apresuradas que han predominado sobre esta singularísima personalidad y su impronta histórica, suele pasarse por alto que bajo su égida -a diferencia de los demás gobernantes del siglo XIX dominicano- se levantó en el Cibao un sistema ferroviario de uso público que arrancó en 1887 con el Ferrocarril Sánchez-La Vega, de concesión privada.

Y que continuó con el Ferrocarril Central Dominicano, de financiación pública, inaugurado en 1897, que unió en red rauda a Santiago y Puerto Plata. Aportando casi 200 km de vías modernas de servicio público existentes a la muerte de Heureaux en 1899.

Ambos sistemas y las redes de interconexión que se les añadieron, más otras que les sucedieron en los inicios del siglo XX, estuvieron operando hasta entrados los años 40 de la pasada centuria, brindando salida a los productos claves de las exportaciones del Cibao, como café, cacao, tabaco, cueros, maderas, guineos, miel. Además, motorizando el comercio de mercancías importadas y de producción nacional a nivel intrarregional.

Junto a estas redes que transportaban las mercancías de nuestro comercio exterior y a los pasajeros interurbanos en los principales pueblos del Cibao, funcionaron en paralelo las redes ferroviarias de los ingenios azucareros y de otras actividades agroexportadoras de explotación a escala, como fueron las plantaciones de guineo en La Romana, Samaná (Sabana de la Mar), y luego en Sosúa.

En el Sur (Santo Domingo, San Cristóbal, Baní, Azua), en el Este (San Pedro de Macorís), en el Norte (Puerto Plata), se escenificaron polos de desarrollo durante la Era de Lilís, con emplazamientos productivos de modernización capitalista de incuestionable relevancia.

En 1897, justo cuando se ponía en movimiento el FFRR Central Dominicano Santiago-Puerto Plata, unos 6 ingenios de Santo Domingo tenían ya en plena operación 110 km de vías férreas, mientras otros 5 en San Pedro de Macorís rodaban sus carros movidos a vapor por 108 km de rieles, en tanto los de Azua lo hacían por 72 km. O sea, una suma de 290 km de rieles virtuosos.

Aparte del azúcar, cuya producción se duplicó en el ciclo lilisiano, entre 1888/97, la de otros renglones vitales de exportación como café y cacao se cuadruplicó en ese período.

Como consecuencia de su ampliación progresiva por sucesivos gobiernos, a finales de 1920 se contaba con 250 km de los dos sistemas ferroviarios públicos y con 577 km de vías férreas industriales que manejaban básicamente los ingenios.

No sólo se trataba de vías férreas y ferrocarriles que conectaban los campos de caña con las factorías. También salvaban distancias y cruzaban poblados para llevar los azúcares y las mieles a los puertos de embarque. Puertos que fueron habilitados y ampliados para la tarea exportadora, dinamizando por consiguiente el comercio, las migraciones y la urbanización de nuestro territorio.

Como muestra de la utilidad adicional en el traslado de personas, en 1893 Salvador Ross, empresario cubano dueño del ingenio Santa Fe y reconocido munícipe altruista, ofrecía servicio de transporte a sus trabajadores desde el ingenio localizado a varios kilómetros en la periferia hasta la ciudad de San Pedro de Macorís. Una urbe progresista cantada por poetas como Domínguez Charro, Pedro Mir y Víctor Villegas, cuna fabulosa de la República Multiétnica que hoy nos representa con orgullo en la MLB.

Comunicación

Con Heureaux se instalaron servicios internacionales de telegrafía, concesionados en 1884 a la Societé des Telegraphes Sous-Marins (el Cable Francés), y también circuitos telefónicos urbanos a cargo de la Electric Company que ya en 1886 tenía 63 suscriptores en la capital. Entre ellos, las boticas Nacional, Legalidad, Dominicana y Francesa, el Consulado Americano, la Beneficencia del padre Billini, el Palacio de Gobierno, la Gobernación Civil y Militar, Hacienda, Aduanas, Correos, el periódico El Eco de la Opinión y la Imprenta JR Roques. Incluyendo a las casas y almacenes de los empresarios JB Vicini, Samuel Curiel, JM Leyba, M Marchena, y los profesionales abonados Dr. Carlos Arvelo y Dr. Ponce de León.

Estos servicios de comunicación conectaban a los ingenios con los almacenes y sus oficinas en los puertos, como era el caso de Salvador Ross en Macorís.

Concomitantemente, el alumbrado eléctrico se fue desplegando de manera progresiva en los años 90. La construcción de puentes se verificó en Santiago (Nibaje y Gurabito), así como en el puente levadizo sobre el Ozama (conocido como Heureaux) y en mejoras en los puertos.

Suele olvidarse, asimismo, que la tan celebrada Escuela Hostosiana que instaurara el preclaro y tenaz maestro borincano con la colaboración de Salomé y los Henríquez y Carvajal, para la formación Normalista de varones y hembras, y la activación del Instituto Profesional (con la creación de las cátedras de Derecho Constitucional, Economía Política y Sociología), junto a la difusión del positivismo como ideología de exaltación de la ciencia, la razón y el progreso, tomaron cuerpo bajo ese régimen, presentado regularmente con tintes de oscurantismo. Y en esa baraja Heureaux lidiaba con los fieros influyentes Meriño y Billini.

La prensa de la época, que desplegó sus páginas con elocuencia, es el mejor testigo del carácter complejo de ese período y de la circulación fluida de ideas en la arena pública.

En la obra Antología de Cartas de Ulises Heureaux (AGN 2015), el historiador Cyrus Veeser nos dice que en dicha correspondencia aparece un Heureaux «cosmopolita, plurilingüe, financiero, internacionalista». Apreciándose «al Lilís que logró firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos; que lanzó una serie de combinaciones con inversionistas norteamericanos y europeos; que se ocupaba con las cotizaciones de bonos en Londres, París y Bruselas; que manipuló la transferencia del Banco de Santo Domingo de sus dueños franceses a otros estadounidenses.»

«Que jugó las cartas diplomáticas con los diestros de Madrid, París y Washington; que se mezcló en la lucha de independencia cubana; que trajo un economista de la Universidad de Chicago para imponer el patrón oro; en fin, un Lilís con conocimientos económicos y financieros, destrezas diplomáticas y pretensiones globales».

Una figura empresarial asociada al rico anecdotario de Lilís -con méritos propios como exitoso emprendedor en múltiples campos de la producción, el comercio y las finanzas- fue Juan Bautista Vicini Cánepa, Bachicha. Este inmigrante italiano que incursionó en negocios de madera, azúcar, comercio, operaciones portuarias, préstamos a privados y al gobierno –»cuyos intereses financieros estarían muy vinculados al régimen de Heureaux», tal consigna Harry Hoetink en El Pueblo Dominicano-, falleció en 1900 a poco del deceso de Lilís. Casi se combinaron: ambos tenían algo más de 50 años (53). Su huella misma en nuestra historia ha sido plomiza.

Un hijo de Bachicha, Juan Bautista, ocupó la presidencia nominal entre 1922-24 bajo la Ocupación Americana. Un nieto fue clave, Gianni (Mister X), en la conspiración que liquidó a Trujillo como parte del grupo de contacto de la Embajada Americana. Cabildeando luego desde Washington para influir en la transición democrática, con el surgimiento de Unión Cívica Nacional (UCN) y la formación del Consejo de Estado.

Hoy la cuarta generación del linaje Vicini conduce el portafolio de negocios más importante del país con amplias ramificaciones y gravitación en la vida institucional. Y apenas inicia.

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