POR JOSE MIGUEL CARRION
En los últimos años entre los dominicanos se ha desatado unos preocupantes y extendidos deseos de matar. Los atracadores ya no sólo atracan o roban, matan a sus víctimas. Hermanos matan a sus hermanos y hermanas, hijos matan a sus padres y madres, vecinos se matan por un parqueo, en las calles los automovilistas se matan por un roce de vehículos, niños y niñas son víctimas de padrastros y madrastas que los maltratan sin piedad y les quitan la vida por no querer dormir o no querer los alimentos.
Ni hablar de la gran cantidad de jóvenes que han caído en los famosos intercambios de disparos con agentes del orden. Sólo en este 2025 han fallecido a manos de la Policía unos 200 jóvenes acusados de diversos delitos.
“Ejecución extra judicial“ ya no es un término que utilizan sólo las organizaciones de derechos humanos que critican la actuación policial. El término también lo utiliza oficialmente el Ministerio Público. Lo hizo al concluir sus investigaciones sobre la muerte de los cinco a manos de agentes policiales en la peluquería de La Barranquita, en Santiago.

A juicio de los investigadores, los agentes ejecutaron sumariamente a estos jóvenes, sin evidencias de que éstos hubieran disparado a los policías.
Antes, los amigos de lo ajeno mostraban cierto respeto a la vida humana. Te atracaban pero te dejaban con vida. Ahora matan y luego atracan. Parece que su misión principal es arrancarte la vida.
Desde las cárceles, muchos privados de libertad ordenan y encargan ejecuciones. Conseguir un sicario aquí ya no es problema. Ya en República Dominicana se habla de “la industria del sicariato”, y aparece una gran cantidad de jóvenes dispuestos a cumplir los encargos sin ni siquiera conocer a las víctimas. Se trata de cobrar lo prometido, aliciente suficiente para ejecutar la orden.
El deseo de matar es un sentimiento que aflora con una facilidad que espanta. Lo vimos recientemente en el barrio de la zona Norte de la Capital La Zurza, donde un joven cuyos amigos le gastaron una broma al esconderle un vaper mató a uno de ellos a quien él consideró protagonista de la broma, a pesar de que el instrumento ya le había sido devuelto. También vemos esos deseos de matar en los muchos asesinatos ocurridos en las últimas semanas en Santiago y otras poblaciones.
Asunto cotidiano
Es un asunto cotidiano que hombres asesinen a sus parejas o ex parejas. Las pasiones nos están atrapando, somos víctimas de un paroxismo que nos impide ver o aquilatar el valor de nuestros congéneres, la empatía se ha perdido, y lo más grave, los sentimientos han colapsado, al punto de que nada ni nadie tiene valor en una sociedad que va rumbo al precipicio.
Cuando usted ve que un hombre, identificado como José Luis Viloria de Jesús, de 29 años asesina en Guachupita a su compañera Elianny Rodríguez Puello, de 21 años, madre de dos niños, de 17 puñaladas perforándole desde la planta de los pies hasta el cuello, el tórax, la cabeza y la cara, entre otras partes del cuerpo, tenemos que concluir que estamos muy mal como sociedad.
Es inexplicable esa saña contra la joven madre con quien había procreado uno de los dos niños de apenas cinco años. Aunque los pleitos entre la pareja eran cotidianos, el detonante de la tragedia fue una discusión porque según vecinos su compañera le reclamó que había embarazado a otra mujer.
Ese reclamo desató la ira del hombre, que cometió el crimen en presencia de los dos niños. Es un deseo contenido de asesinar que afecta a la sociedad dominicana, que hace que muchos circulemos con miedo en las calles dominicanas, pero que también nos sintamos inseguros en nuestras propias casas.
Hay quienes no perdemos la esperanza y confiamos que nos redimiremos, recapacitemos y volvamos sobre nuestros pasos y abandonemos esa actitud que tanto nos degrada como sociedad. Que Dios nos ilumine y proteja.
jpm-am
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