Opinion

El asedio a Venezuela y la encrucijada moral de RD

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El autor es ingeniero, escritor y educador dominicano. Reside en Nueva York.

POR RAFAEL PASIAN

En la historia de nuestra América Latina, marcada por invasiones, tutelajes extranjeros y golpes encubiertos, el nuevo asedio militar de los Estados Unidos contra la República Bolivariana de Venezuela constituye un episodio que amenaza con reabrir las heridas más profundas de nuestro continente. Bajo el disfraz de operaciones “preventivas”, Washington pretende intervenir en los asuntos internos de un país soberano, reproduciendo el viejo libreto imperial que ha desangrado a nuestra región durante más de un siglo.

Ante este panorama, el gobierno de la República Dominicana ha adoptado una postura que solo puede calificarse de servil y lacaya: permitir el uso de suelo, puertos y aeropuertos dominicanos por parte de tropas y aviones estadounidenses para su potencial ofensiva contra Venezuela.

Un gobierno que entrega su territorio para una agresión externa renuncia, de hecho, a su papel como defensor de la soberanía nacional.

Convertir nuestro territorio en plataforma militar extranjera contra un país hermano es un acto irresponsable que coloca a la República Dominicana en una posición peligrosa ante la historia.

Consecuencias para América Latina

Una invasión a Venezuela tendría repercusiones profundas y duraderas en toda la región:

• Desestabilización política y migratoria, generando tensiones entre países vecinos.

• Radicalización social, con la posibilidad real de que resurjan movimientos insurgentes o guerrilleros como reacción a la intervención extranjera.

• Fragmentación regional, debilitando proyectos de integración y cooperación.

Los pueblos latinoamericanos no han olvidado los efectos devastadores de las intervenciones militares pasadas. Una agresión a Venezuela sería vista como una agresión a la Patria Grande.

El factor geopolítico: China, Rusia e Irán en el tablero

Una intervención contra Venezuela no ocurriría en un vacío. El conflicto movería piezas en el tablero global:

• China, con cuantiosas inversiones energéticas, buscaría defender sus intereses estratégicos.

• Rusia, aliada militar de Caracas, podría responder con presencia y apoyo tecnológico directo.

• Irán, enemigo declarado de Washington y socio petrolero venezolano, vería la agresión como un desafío que podría escalar.

Un conflicto así convertiría al Caribe en un punto de tensión mundial, replicando escenarios devastadores similares a Gaza o Siria, donde los pueblos pagan el precio de las ambiciones geopolíticas.

La juventud y el peligro del adormecimiento mental

Mientras la región se encuentra al borde de una crisis histórica, preocupa el estado de apatía que domina a muchos jóvenes latinoamericanos.

Una generación atrapada en redes sociales, entretenimiento superficial y desinformación algorítmica es una generación vulnerable.

Pero hoy más que nunca se necesita una juventud despierta, crítica, consciente de su rol social y de la importancia de defender la soberanía de sus pueblos.

La libertad no se hereda: se defiende.

Conclusión

La República Dominicana enfrenta una prueba moral decisiva. Puede defender la dignidad nacional o continuar actuando como una extensión obediente del poder extranjero.

Las decisiones que se tomen hoy resonarán en toda la región.

Si se consuma una invasión contra Venezuela, la herida será continental.

Y cuando los pueblos despierten —porque los pueblos siempre despiertan— juzgarán a quienes traicionaron la soberanía y la hermandad latinoamericana.

jpm-am

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