1 – En este tiempo ha cobrado vida el relato bíblico que describe el fin del mundo en el libro de Apocalipsis o evangelio de san Juan Bautista. Según ese libro, las señales del fin del mundo serán guerras y rumores de guerras, los conflictos entre naciones y reinos; los desastres naturales (terremotos, ciclones devastadores, hambrunas, pestes, plagas y enfermedades por toda la humanidad); que la maldad del hombre se multiplicará y el amor de muchos se enfriará; que el evangelio será predicado en todas las naciones como testimonio y misericordia de Dios; que los seguidores de Cristo (al parecer los comunistas) serán perseguidos y odiados por causa de su fe e ideología, las cuales muchos abandonarán por presión social y rechazo, prefiriendo seguir confecciones e ideologías que no impliquen peligro alguno para sus vidas. También está profetizado que el pueblo judío regresará a Israel, la tierra prometida.
2 – Esos evangelios también profetizan que llegará un líder (el Anticristo), que se irá contra Dios y su pueblo, pero no especifica en qué lugar de la tierra nacerá y obrará ese líder siniestro que arrastrará al mundo a una Tercera Guerra Mundial que dará lugar al fin de la especie humana. No obstante, hay señales que apuntan a que Benjamín Netanyahu es esa criatura.
3 – Misteriosamente, estas profecías, a propósito, están elaboradas con versículos y parábolas para que no las entienda el bulbo. En ellos no se menciona la maldad de un Israel sionista, ni el genocidio de gazatíes por parte del pueblo elegido, ni la bomba atómica, ni la inteligencia artificial. Tampoco se refieren a una humanidad que, gracias al conocimiento científico y tecnológico y a un alto nivel de conciencia y espiritualidad, ha expuesto y combatido las mitologías y supersticiones creadas por esos supuestos favoritos de Jehová. Estas narraciones sacadas de contexto y tergiversadas, sus autores, con malicia inaudita, las han usado para manipular, adoctrinar y lavar cerebros, con el objetivo de controlar y dominar a todas las naciones para su propio beneficio.
4 – La Biblia es un libro cuya comprensión e interpretación no está al alcance de aquellos que no dominan la lectura comprensiva, la cual, en nuestra República Dominicana ronda por el 80%; además, para entender este libro hay que tener una cultura general muy vasta, algo ajeno a los analfabetos funcionales mencionados.
5 – Este libro tiene un Dios difícil y complejo de entender. En el “Viejo Testamento”, esa deidad es el Dios de los ejércitos, vengativo, rencoroso, megalomaníaco, colérico, celoso y narcisista, que exige la egolatría a sus criaturas (que lo adoren y adulen). Ese Dios es despiadado, a tal punto que envía a sus generales a saquear y degollar a pueblos enteros y a los padres a matar a sus propios hijos. Es un Dios autoritario, que castiga con el fuego eterno del infierno a quienes osan siquiera cuestionar una de sus decisiones. A ese Dios le gustan los hombres y mujeres sumisos y obedientes. Adán y Eva saben de eso. Al contrario, el Dios del “Nuevo Testamento” es un Dios amoroso, bondadoso, misericordioso, clemente y piadoso, pero en ningún momento esta deidad ha dado muestra de estas virtudes. Este Dios es indiferente ante los padecimientos de la raza humana, principalmente con los de pobres. La gente se cansa de arrodillarse, de darse en el pecho, de orar y rezar, de suplicar, de implorar, de rogar, y nada cambia. Al final el cáncer u otra enfermedad te mata, o cualquier tragedia destruye tu vida, no obstante los ruegos a Jehová. Los milagros y otras tantas narrativas, ante la realidad, vienen siendo cuentos de caminos. Nadie ha podido convertir el agua en vino, ni multiplicar los panes y peces, ni levitar sobre las aguas, ni levantarse de la tumba como Lázaro. Tampoco nadie a podido ni podrá, detener el sol para ganar una batalla.
6 – El Dios de los judíos es omnipotente (todopoderoso), es omnisciente y omnisapiente (todo lo sabe), es omnibenevolente (tiene bondad absoluta e ilimitada), es omnipresente (está en todos los lados al mismo tiempo). El Jehová judío es inequívoco (que no incurre en dudas o equivocación). Sin embargo, ese Dios admitió errar muchas veces: se arrepintió de haber creado al hombre, de hacer rey a Saúl, de haber castigado al pueblo de Israel, de haber entregado al pueblo de Israel a sus enemigos, de haber castigado al pueblo por un censo, de destruir a Nínive porque se arrepintieron, etc. Definitivamente, ese Dios judío es «omnímodo» (lo abarca y lo comprende todo de manera absoluta).
7 – Epicuro, al analizar estos poderes absolutos del Dios judío, razonaba lo siguiente: Dado los males y sufrimientos de la humanidad y hasta de los animales, si Dios fuera benevolente y omnipotente, el sufrimiento y otros males que azotan la humanidad, como las enfermedades, las plagas, las guerras, los genocidios, las hambrunas y pandemias, no existirían. Y si no evita estos males pudiendo hacerlo, entonces no es benevolente ni omnipotente, es decir, ese Dios no es todopoderoso ni bueno.
8 – La paradoja de Epicuro explica que la existencia del sufrimiento como consecuencia del mal es incompatible con la existencia de una deidad rectora y creadora del universo. Al ser esta divinidad simultáneamente todopoderosa, benevolente y omnisapiente, por tales atributos, conoce el pasado, el presente y el futuro de los humanos y de las naciones.
9 – Si, como dicen los evangélicos, todos los males que actualmente acontecen en el mundo son para cumplir las profecías y la palabra de Dios contenida en la Biblia, entonces debemos concluir que el hombre es bueno. Esto se debe a que sus acciones, por más perversas que sean, buscan que las profecías y la palabra de Dios se cumplan al pie de la letra, evitando así que Dios quede mal.
10 – Aquí entra otra paradoja: Si Dios es omnisapiente (si lo sabe todo), incluso antes de que existamos, ¿para qué el libre albedrío? ¿Por qué castigar a alguien por hacer lo que ya estaba escrito? ¿Por qué Dios es indiferente ante toda la macabra tragedia de la existencia?
11 – Otro resumen de la paradoja de Epicuro reza así: “Si Dios lo sabe todo, lo puede todo y es pura bondad, pero permite que el mundo sea un valle de lágrimas donde el dolor es lo cotidiano, aunque podría evitarlo y no lo hace, ¿no será que ese Dios judío es producto de un marketing religioso, político y comercial que no se ajusta a la realidad, sino que responde a intereses personales y a grupos élites con estructuras de poder imperialista que se comportan como depravados e inmisericordes?
12 – Por el comportamiento criminal y despiadado de Israel con sus semejantes, ¿Dios no se habrá equivocado de nuevo al decidir tomar a esa nación como su elegida, para no sé qué misión terrenal y cósmica? Ese Dios, como hemos mencionado, es omnipotente (todopoderoso), omnisciente y omnisapiente (todo lo sabe), omnibenevolente (tiene bondad absoluta e ilimitada), omnipresente e inequívoco (está en todas partes al mismo tiempo y no incurre en dudas o equivocación). Por tales razones, desde hace siglos sabía del genocidio que Israel iba a cometer contra los palestinos residentes en la Franja de Gaza. Siendo así, ¿por qué no impidió esta barbarie? ¿Por qué permanece indiferente ante el asesinato de miles de niños y niñas? ¿Por qué ha permitido que este pueblo fragüe una Tercera Guerra Mundial, que de darse terminaría con la especie humana y con todo ser viviente? ¿Por qué ese Dios ha permitido que siga el sufrimiento de la humanidad, pudiendo evitarlo? En este contexto, ¿será cierto que Israel es el pueblo elegido por Dios?
13 – La idea del fin del mundo ha tenido varias fechas para su concretización; pero llegadas las mismas, no se ha cumplido esa profecía que proclama la segunda venida de Cristo para, en un juicio final, juzgar a los vivos y a los muertos. De esta especie están las profecías de San Malaquías, de Nostradamus, del Papa Juan XXIII, de Judá Ben Samuel, de Baba Vanga, las de los fundadores de la iglesia adventista del séptimo día (William Miller, Joseph Bates, James White y Ellen G. White). Pero la corona de esta profecía se la lleva el libro bíblico del Apocalipsis, el cual da las señales inequívocas del fin del mundo, momento en el cual Dios juzgará a los vivos y a los muertos.
14 – “Entonces, Cristo juzgará a los incrédulos en el Juicio del Gran Trono Blanco, echándolos a todos al lago de fuego. Cristo creará nuevos cielos y nueva tierra que serán la morada eterna de los creyentes. No habrá más pecado, ni dolor, ni muerte. También, «la Nueva Jerusalén» descenderá del cielo”. Para los evangélicos, estas son verdades incontrovertibles, pero para hombres como Alberto Einstein, estas son historietas de camino.
15 – De mi creencia en el Dios bíblico, yo al igual que Albert Einstein, declaro que por ahora creo en el Dios de Baruch Spinoza, un Dios que es pura naturaleza, que emana de la razón y que aprueba más lo que hacemos que lo que decimos. ¡Oh Dios de los ejércitos, dime por qué los hombres malos son lo que progresan y viven bien en esta tierra?
Finalmente…
La idea básica de este texto es motivar al debate científico de las ideas sin las prohibiciones siniestras de la inquisición, y sin los insultos de los fanáticos religiosos y de una multitud de ignorantes que solo saben ladrar y vociferar a quienes no piensan como ellos. El reto está hecho…
jpm
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