
Por Francisco Tavárez
Un agente de migración no está persiguiendo a un terrorista. No podemos permitir excesos que terminan con migrantes heridos o muertos. Cuando se violan protocolos y se actúa con desproporción, no solo se mancha la imagen de la Dirección General de Migración, se afecta la reputación de todo un país.
En medio del aumento de migrantes ilegales en República Dominicana y la creciente tensión social que esto genera, las autoridades han decidido ampliar la logística de deportación.
Sin embargo, una grave denuncia se eleva por encima de los anuncios oficiales: persecuciones que terminan en tragedias, violaciones a los protocolos establecidos, y una preocupante falta de supervisión. La migración debe ser manejada con firmeza, pero también con humanidad y respeto a los derechos fundamentales.
La defensa de la soberanía no debe confundirse con brutalidad. Urge que Migración revise sus métodos, refuerce la formación de su personal y garantice que cada acción se rija por la legalidad y el respeto a la dignidad humana. Solo así se podrá aplicar una política migratoria que sea eficaz sin perder el rostro humano.