En el medio del siglo XXI, cuando la tecnología y las infraestructuras deben garantizar los servicios más elementales para existir, en República Dominicana tener acceso a agua potable sigue siendo un lujo más que un derecho.
En Santo Domingo, como en Santiago y otras provincias del país, millones de ciudadanos deben hacer vida con una provisión de agua muy insuficiente, distribuida por los acueductos de manera desigual, racionada y, en la mayoría de los casos, inadecuada a las necesidades básicas.
La vida diaria de miles de familias dominicanas es preocupante. En algunos sectores del Gran Santo Domingo y en otras provincias del país, el agua tarda tres días o incluso más en llegar a los hogares, lo que obliga a la población a gastar en tinacos, cisternas, bombas eléctricas y tanques cisterna privados para poder asegurar un mínimo de suministro.
Esta dependencia no solo es un costo económico adicional que no pueden solventar muchas familias, sino que además acarrea riesgos de carácter permanente a la salud pública, ya que el estancamiento del agua en condiciones deterioradas facilita la generación de bacterias, parásitos, mosquitos y enfermedades.
El problema, aunque estructural y antiguo, requiere una acción inmediata y decidida por parte del gobierno del presidente Luis Abinader.
Las inversiones en acueductos no pueden ser relegadas a un segundo plano mientras que los emprendimientos en sectores menos prioritarios toman mayor relevancia. El acceso al agua potable y permanente debería ser un imperativo crucial.
¿Lo que está mal?
Antigua infraestructura: Muchas distribuciones de red tienen años sin una renovación completa. Perdemos millones de galones de agua diarios en fugas y conexiones irregulares.
Planificación urbana: El desarrollo descontrolado de áreas residenciales ha sobrecargado la capacidad de los sistemas existentes sin que haya sido ampliada la infraestructura requerida.
Gestión ineficiente: La coordinación entre CAASD, CORAASAN, el INAPA, y demás agencias de agua todavía está fraccionada, con planes que no se ponen en marcha a tiempo y mala fiscalización.
¿Cuál es la solución?
El agua en crisis en República Dominicana no se soluciona simplemente construyendo pozos ni remitiendo camiones cisterna de emergencia. Es necesaria una política de Estado, en serio y sostenible, la cual incluya:
Rápida modernización de los sistemas de acueductos y redes de distribución.
Inversión efectiva en plantas de tratamiento y depósitos de almacenamiento de agua.
Campañas de educación sobre racionalización del uso del agua y sanciones por su mala utilización.
Fiscalización de fugas y conexiones ilegales, con última tecnología.
DECLARAR EL AGUA OBJETO DE SEGURIDAD NACIONAL Y SALUD PÚBLICA.
La administración del presidente Abinader ha estado abierta al diálogo y a las demandas ciudadanas. Es hora de que escuche este grito colectivo que trasciende clase, partidos políticos y provincias. El agua es vida y sin ella no hay desarrollo ni dignidad.
Señor presidente, este es un llamado al compromiso, a la acción concreta. La República Dominicana reclama agua, no cada tres días, sino diariamente, porque no es una dádiva, sino un derecho.
jpm-am
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