La autora es periodista y gestora cultural
POR NURIS (MIURA) RIVAS
Quien aspire a elegirse como candidato a la presidencia de un país, debe demostrar un alto concepto de humanidad. Quienes tengan esa aspiración permaneciendo en un pedestal de triunfo, fracasarán sin duda.
Es fácil para muchos políticos obtener renombre y adjudicarse una condición de liderazgo que le queda grande.
Aparentemente el 2028 está lejos, sin embargo, llegará y es lógico que aquellos políticos que tengan la intención de postularse para tal fin, empiecen a dar esas señales, algunos con timidez, otros con premura, sin declararse públicamente, dejando ver a través de sus comparecencias públicas sus intenciones soterradas.
Al parecer tendremos en las próximas elecciones, aspiraciones desde diversos colores políticos, unos muy jóvenes cuyos genes le asaltan antes de tiempo, otros más mesurados y discretos,
ya veremos entre féminas y varones cual tendrá la suficiente capacidad para alcanzar la meta.
En el PRM
En esa carrera aparece en primera línea una funcionaria que está acaparando la atención y preferencia de la gente. No se trata de una improvisada y he ahí el peligro para los demás.
Desde antes de la pasada gestión del PRM ella era una fuerza y a partir de su gestión en los últimos tiempos ha emergido cada vez más potente.
Sí señores, hablo de Carolina Mejía, de quien años atrás escribí exaltando sus condiciones, pero considerando que aún no era su momento. Ella se tomó ese tiempo en el cual no se durmió sobre sus condiciones, sino que las hizo crecer.
Este es el tiempo para Carolina, está lista para asumir el mando del país, posee una excelente preparación, tiene el don de la palabra, pero no cualquier palabra, usa su léxico de la manera en que escucharla, no cansa ni da sueño. De manera que tenemos en ella a la más idónea representación para que en el 2028 el país sea gobernado por una mujer.
Inicié el artículo hablando de las condiciones humanas que debería poseer un aspirante a la presidencia. Esa y otras condiciones son las que han colocado a Carolina en la posición de supremacía.
Hay que enterarse de su trayectoria, escudriñar en las actividades de su día a día para darse cuenta
de que la alcaldesa trabaja incansablemente. Es sorprendente ver cómo la gente de los barrios capitalinos, hablan de ella, las opiniones bajo sus comparecencias son positivas y tras de la alcaldesa anda todo tipo de público, pobres, necesitados, familias agobiadas por situaciones onerosas que ven en ella y en su política, una posibilidad de mejoría.
Detrás de cada una de esas demostraciones de afecto, se teje una historia de humanidad. Ella va recogiendo en su camino peticiones de personas desesperadas, escucha y tiende su mano y eso es algo que la gente no olvida.
La alcaldesa está tejiendo una red muy fuerte, se acerca a la gente, los escucha, los mira con atención, no con la simple aceptación del político que se cree superior. Tomando en cuenta estas y otras consideraciones, es fácil adivinar que, en 2028, asistiremos a la toma de posesión de Carolina Mejía, con la banda presidencial, imaginamos la emoción de Hipólito Mejía recordando el momento en que él mismo se terció la ñoña, mirando a su hija repetir la hazaña.
jpm-am
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