jueves, octubre 23, 2025
Opinion

Ataque con excremento

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Muchas son las anécdotas que he podido reunir en mi prolongado ejercicio periodístico. De tonalidades diferentes y de mediana o baja trascendencia, casi todas tienen buen sabor y aluden a hechos pocos conocidos.

Que un grupo político de poca militancia, pero en ese momento muy beligerante, decidiera dar un escarmiento a un funcionario universitario por emitir conceptos hirientes a una dirigente del primero, es uno de esos sucesos curiosos que tengo en lista.

Lo llamativo del cuento es el tipo de escarmiento: introducir al funcionario considerado deslenguado, nada más y nada menos que un “mojón” en un lugar especial: los predios de la UASD, donde se desempeñaba como vice rector.

El diccionario de la lengua española es tímido para describir la palabra “mojón” y no le da, de primera intención, la acepción que tiene en el ámbito dominicano. Lo más que se acerca el diccionario es a decir: “Porción compacta de excremento”.

Pero en República Dominicana todos saben lo que es un “mojón”: un trozo de material fecal de buen tamaño.

El autor es periodista.

Introducirlo en la boca de una persona en una acción temeraria, cuasi militar y minuciosamente planificada, constituía una decisión radical destinada a sentar un precedente con repercusión pública.

La historia me la hizo hace mucho tiempo en San Cristóbal, mi pueblo, el cabeza de la operación -Braulio Torres, hijo adoptivo de esa comunidad- quien era asistente frecuente al Encuentro Histórico de San Cristóbal, que organizo todos los años.

La resolución emanó del comité ejecutivo del Partido Comunista Dominicano (PCD) y se ejecutó una media noche de 1981, saliendo el hecho a resurgir después en la prensa de la época, pero deformado, es decir ocultando toda la verdad y diciéndose que a la víctima le introdujeron en la boca un “producto químico” y fue ingresada en el Centro de Pediatría y Especialidades de la avenida Independencia.

La “agraviada” por las palabras del funcionario había sido Emma Tavárez Justo, quien entonces se desempeñaba como secretaria de la rectoría de la UASD y era dirigente notable del PCD.

Torres, quien había recibido entrenamiento militar en la URSS, me contó como un grupo de siete militantes -bajo su dirección- llevó a cabo la acción cuando el funcionario se acercaba a su automóvil tras concluir un largo Claustro Universitario.

Me enfoqué en escuchar las explicaciones del hecho en sí, sin indagar los aspectos posteriores, como por ejemplo la reacción de las autoridades de la UASD ante un hecho tan sensible.

Pero el caso lo conoce mucha gente activa entonces en los otrora caldeados predios universitarios.

Torres -cibaeño que se aplatanó en San Cristóbal a mediados de la década del 50- dio pormenores del caso en el 2012 en un capítulo de su libro Cautivo de la verdad, de 484 páginas, en el que explicó su trayectoria política, básicamente su paso por el PCD, donde fue una especie de jefe de seguridad.

Ahí citó por su nombre y cargo al funcionario atacado y al proponente de la acción. No dijo si Emma Tavárez Justo estuvo enterada antes o después.

Tiempo después de ese hecho, Torres abandonó disgustado el PCD y falleció en el 2017 en un accidente de tránsito en la carretera que conduce de SD a San Cristóbal. La señora Tavárez murió en el 2020. El funcionario universitario agredido está vivo, al igual que el proponente del “escarmiento”.

josepimentelmunoz@hotmail.com

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