
Yolanda Urbano
SANTO DOMINGO.- En menos de una semana, el Metro de Santo Domingo ha registrado varios incidentes que evidencian fallas en su funcionamiento y afectan a los miles de usuarios que dependen de este medio de transporte cada día.
El primer episodio ocurrió la semana pasada, cuando un apagón general detuvo por varias horas la circulación de los trenes, dejando a cientos de pasajeros atrapados en estaciones y túneles, soportando altas temperaturas y buscando alivio como podían.
¿Fue este evento el que encendió las alertas y abrió el debate nacional sobre la capacidad de respuesta del sistema?
Este miércoles, alrededor de las 7 de la mañana, un nuevo inconveniente volvió a alterar la rutina de la ciudad. Fallas técnicas afectaron la frecuencia de los trenes y provocaron retrasos que se extendieron durante la hora pico. Las filas se multiplicaron en los accesos de varias estaciones, mientras miles de usuarios llegaban tarde a sus trabajos y compromisos.
En medio de esta situación, muchos recordaron que hace apenas unos meses, el pasado 10 de agosto, el Metro recibió seis nuevos vagones, una ampliación celebrada por decenas de ciudadanos que aplaudieron la gestión del ex director de la Opret Rafael Santos Pérez y del propio presidente Luis Abinader.
Ese día se destacó que la nueva flotilla permitiría mayor capacidad, reduciría el tiempo de espera y mejoraría la movilidad general.
La iniciativa fue presentada como un paso firme hacia un transporte público más eficiente y moderno. Pero hoy surge una interrogante inevitable:
¿realmente ha aliviado esta ampliación las largas filas y los tiempos de espera que cada mañana enfrentan los usuarios?
Los acontecimientos de los últimos días contrastan drásticamente con los avances anunciados, dejando en el aire numerosas preguntas sobre los desafíos actuales del sistema y su capacidad de garantizar un servicio estable.
Mientras los equipos técnicos trabajan en evaluaciones internas, queda una inquietud abierta para los miles de pasajeros que dependen del metro a diario.
¿Cómo puede un sistema tan vital para la movilidad de Santo Domingo experimentar fallas tan recurrentes y qué garantías existen de que no volverá a ocurrir?