jueves, octubre 30, 2025
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Físico de Harvard asegura que el cometa 3I ATLAS tendría tecnología extraterrestre

El astrónomo Avi Loeb sostiene que el misterioso objeto 3I ATLAS podría no ser un cometa común, sino una nave interestelar inteligente. La NASA, sin embargo, pide cautela.

Meta descripción: 3I ATLAS intriga a la ciencia por su composición y órbita. El físico Avi Loeb sugiere que podría tener origen tecnológico extraterrestre.

Un visitante que no pertenece a nuestro sistema solar

El 1 de julio de 2025, el telescopio ATLAS en Chile detectó un objeto que viajaba a más de 200 000 km/h. Su órbita hiperbólica confirmó que no pertenece al sistema solar. Lo bautizaron 3I ATLAS, el tercer visitante interestelar confirmado tras ʻOumuamua en 2017 y 2I Borisov en 2019. Desde entonces, el cometa se ha convertido en el centro de una controversia que divide a la comunidad científica.

Qué observan los astrónomos

A diferencia de la mayoría de cometas conocidos, 3I ATLAS comenzó a liberar gases y polvo estando aún lejos del Sol. Su actividad temprana indica la presencia de hielos extremadamente volátiles. Datos del telescopio espacial James Webb mostraron que la composición de su coma es inusual: 87 % dióxido de carbono, 9 % monóxido de carbono y solo 4 % agua. Además, su órbita es casi perfectamente alineada con el plano de los planetas, algo que solo ocurre en una mínima fracción de los cuerpos interestelares conocidos. Y hubo otro detalle: una anticola visible —una emisión de polvo que parecía apuntar hacia el Sol—, fenómeno óptico poco común que despertó la imaginación de muchos investigadores.

La hipótesis del físico de Harvard

Entre ellos destaca Avi Loeb, profesor de astrofísica de Harvard University y director del Proyecto Galileo, iniciativa dedicada a buscar posibles firmas tecnológicas extraterrestres. Para Loeb, el comportamiento de 3I ATLAS no encaja del todo con un cometa natural. En artículos y conferencias recientes, plantea que algunas de sus características podrían explicarse si el objeto fuera una nave interestelar fabricada por otra civilización.

Loeb argumenta que la alineación orbital casi perfecta con la eclíptica es “estadísticamente improbable”, que la anticola dirigida al Sol podría ser una maniobra de frenado, como si el objeto redujera velocidad deliberadamente, y que su composición dominada por CO₂, junto con trazas de níquel y cianuro, podría corresponder a materiales sintéticos o subproductos de un sistema tecnológico. También resalta que su paso detrás del Sol durante el perihelio —cuando queda oculto a la vista de los telescopios terrestres— habría sido una ventana ideal para maniobrar sin ser observado.

El científico afirma que la probabilidad de que 3I ATLAS tenga origen inteligente ronda entre 30 y 60 %, aunque reconoce que aún no existen pruebas concluyentes. “La hipótesis natural sigue siendo la más probable, pero ignorar la alternativa sería poco científico”, escribió en su blog personal.

La respuesta de la NASA y la comunidad científica

Las agencias espaciales no comparten su entusiasmo. Tom Statler, científico principal de la NASA para cuerpos pequeños, declaró que “todas las evidencias apuntan a que 3I ATLAS es un cometa interestelar natural”. Hasta el momento, las observaciones del Hubble, del James Webb y de telescopios en Chile y Hawái muestran un comportamiento completamente compatible con la física cometaria conocida: sublimación de hielos, emisión de polvo y aceleración por radiación solar.

Astrónomos de la ESA coincidieron en que la composición inusual puede explicarse por el lugar donde se formó. Un cometa nacido en regiones extremadamente frías de otro sistema podría ser rico en dióxido de carbono y pobre en agua sin requerir ninguna intervención artificial. En resumen, para la comunidad científica mayoritaria, las “anomalías” de 3I ATLAS entran dentro de la diversidad natural de los cometas.

Un debate que vuelve a dividir a la ciencia

No es la primera vez que Avi Loeb desafía el consenso. En 2018 propuso que el objeto ʻOumuamua —el primer visitante interestelar descubierto— también podía ser una nave o una vela solar alienígena. Aunque su idea fue rechazada por la mayoría de especialistas, reavivó el interés por estudiar los objetos que llegan desde fuera del sistema solar. Con 3I ATLAS, la historia se repite: Loeb invita a observar sin prejuicios. “El universo no debe su rareza a nuestras expectativas”, escribió. Para él, incluso si el 99 % de los casos resultan naturales, vale la pena investigar el 1 % restante. Otros científicos le reconocen haber impulsado un debate valioso. Sus teorías —aunque controvertidas— han motivado una nueva generación de estudios sobre la química y la dinámica de los cometas interestelares.

Qué dice la NASA

  • 3I ATLAS viaja a más de 60 km/s respecto al Sol.
  • Alcanzó su punto más cercano al Sol (perihelio) a finales de octubre de 2025.
  • Su distancia mínima a la Tierra será de 1,8 UA, casi 270 millones de km.
  • No existe ningún riesgo de impacto con nuestro planeta.

Para la NASA, se trata de una oportunidad científica, no de una amenaza. “Es un recordatorio de que vivimos en un vecindario cósmico dinámico”, señalaron en su comunicado.

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Las ocho anomalías que alimentan la hipótesis

  1. Actividad a gran distancia del Sol.
  2. Predominio de dióxido de carbono sobre agua.
  3. Alineación orbital casi exacta con el plano de los planetas.
  4. Anticola visible durante varias semanas.
  5. Brillo variable sin patrón claro.
  6. Trazas metálicas inusuales (posible níquel gaseoso).
  7. Masa significativamente mayor que la de Borisov o ʻOumuamua.
  8. Fase de ocultamiento tras el Sol durante su perihelio.

Para Loeb, el conjunto de estos puntos merece atención. Para la ciencia ortodoxa, son solo curiosidades dentro del margen de lo natural.

El impacto en la cultura popular

El debate ha traspasado los laboratorios. Medios de todo el mundo, desde Infobae hasta The Guardian, han publicado artículos con títulos como “El visitante que podría no ser un cometa”. En redes sociales, el tema se volvió tendencia: memes, videos explicativos y teorías conspirativas se mezclaron con divulgación científica. Incluso el propio Loeb aprovechó la atención para promover una idea más amplia: “debemos normalizar la búsqueda de inteligencia extraterrestre con método científico”.

Ciencia, curiosidad y escepticismo

La historia de 3I ATLAS resume la tensión entre curiosidad y escepticismo. Por un lado, la cautela de la comunidad científica: sin evidencia directa no se puede afirmar nada extraordinario. Por otro, la invitación de Loeb a mantener la mente abierta. En su visión, no hay daño en explorar hipótesis audaces si se acompañan de datos verificables. “Ignorar lo improbable es cerrar la puerta a lo imposible”, escribió en una de sus columnas.

Qué pasará con 3I ATLAS

El cometa seguirá su viaje de salida del sistema solar durante 2026. Los observatorios seguirán midiendo su brillo y su espectro para determinar con mayor precisión su composición y tamaño. Mientras tanto, la ESA prepara la misión Comet Interceptor, diseñada para interceptar el próximo objeto interestelar que se descubra. Si todo sale según lo planeado, ese encuentro podría ocurrir en la próxima década.

Un recordatorio de nuestra pequeñez

Más allá de la polémica, 3I ATLAS nos recuerda algo esencial: somos parte de un universo en movimiento constante. Cada objeto que llega desde las profundidades del espacio cuenta una historia de otros sistemas, de otras estrellas y quizá —solo quizá— de otras formas de vida. Si resulta ser un cometa natural, ampliará nuestro conocimiento sobre la química del cosmos. Si alguna vez se demostrara que tiene un origen tecnológico, sería el descubrimiento más trascendental de la historia humana. Por ahora, la respuesta permanece en el cielo, viajando a más de 60 kilómetros por segundo hacia la oscuridad interestelar.

Fuente: NASA Science – 3I ATLAS