viernes, octubre 24, 2025
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Haití: otra intervención. ¿nuevo fracaso?

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El autor es politólogo. Reside en Santo Domingo

El 30 de septiembre del año en curso, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una nueva misión de pacificación en el mencionado territorio. Son ya 110 años de intervenciones, siendo las más importantes las de 1915-1934, 1994, 2004-2017 y 2023. Pero ¿a qué se ha debido este historial?

Haití, desde su fundación en 1804, no ha podido sintonizar con los principios de la civilización. Fue concebido con errores estructurales, como el pensar que eran un imperio y que, además, serían dueños y señores de la isla en toda su extensión, ignorando la valentía del pueblo ubicado en la parte oriental, que antes del siglo XVIII ya tenía una identidad forjada.

Por otro lado, las confrontaciones internas son el elemento más destacado que le ha impedido poder consensuar un ideal que le permita establecer los objetivos que harán posible el desarrollo. El ejemplo más elocuente fue lo acontecido entre Christophe y Pétion: el primero gobernaba la parte norte y el segundo, el lado sur.

Ese acontecimiento marcó el inicio de una historia de tendencias que se disputan el poder, causando golpes de Estado que hacen imposible la convivencia pacífica y han convertido a ese territorio en una zona de nadie, sumergida en la pobreza y permaneciendo durante décadas como el territorio más pobre de la región.

En 1851, Robert M. Walsh, un agente de los EE. UU., dijo: “La regeneración final de los haitianos me parece un sueño utópico de lo más extravagante.”

Han sido los hechos históricos los que han demostrado que el conglomerado humano con el nombre de Haití no ha podido concebir un proyecto nacional que le permita caminar por el sendero del progreso.

Por consiguiente, diferente a las otras intervenciones, esta vez la comunidad internacional debe construir un plan a largo plazo y posicionar a personalidades que cumplan meridianamente con esas directrices.

Porque Haití ha evidenciado que no es capaz de ponerse de acuerdo y salir adelante. Como ya expresamos, han sido cuantiosos los recursos gastados allí para restablecer el orden; sin embargo, el comportamiento de esos pobladores, que recuerdan los días más primitivos de la humanidad, se impone por encima de lo que debería ser.

Es, en consecuencia, la fuerza, junto a una supervisión adecuada, la que puede restablecer el contrato social en la anarquía en la que se ha mantenido el pueblo haitiano durante años.

No es solo un historial de contradicciones lo que ha imposibilitado el avance de esa demarcación; es también la carencia de las luces conceptuales que posibiliten motorizar cambios sociales importantes. Son los pueblos, movidos por un ideal, los que hacen posibles sus anhelos, sus clases oprimidas.

No puede esperarse esa actuación de un lugar donde el 60 % de su población no está alfabetizada. Es por ello que se hace imperativa una ayuda desde fuera, pero con una ruta clara.

jpm-am

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